El arte de la reconciliación en el matrimonio Parte 4

Foto por Irais Téllez

La humildad

Por Esteban Griswell L.

La cuarta dinámica espiritual relacionada con la reconciliación en el matrimonio es manifestar la humildad. Dios espera que el esposo cristiano sea cabeza y líder de la familia. Esto no significa ser prepotente ni un dictador. Tampoco es tener la única o última palabra en todo ni tomar decisiones sin considerar a los demás. Implica ser un líder siervo a la talla de Jesús.

«Los reyes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que sobre ellas tienen autoridad son llamados bienhechores; más no así vosotros, sino sea el mayor entre vosotros como el más joven, y el que dirige, como el que sirve», ordena el Señor en Lucas 22:25-26.

«Someteos unos a otros en el temor de Dios… Cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido» (Efesios 5:21,33). 

Un líder siervo protege a su esposa, la nutre, procura apoyarla para que alcance todo su potencial dado por Dios y toma la iniciativa en iniciar diálogos sobre planes y metas. Ama a su esposa como a su propio cuerpo y está dispuesto a entregar su vida (hasta la muerte) por ella.

Ahora, muchos hombres estarían dispuestos a morir físicamente, digamos recibir una bala por ella, o brincar frente a un autobús para salvarla. ¿Pero qué tal el sacrificio diario de amarla como Cristo amó a sus discípulos? Poniendo sus intereses primero, amándola antes de ser amado, invirtiendo en su desarrollo integral continuo, cediendo derechos por voluntad propia, santificándola con la Palabra de Dios y ayudándola a crecer en el área espiritual.

Esta es la clase de entrega regular que Dios espera. ¡Y es la más difícil!

Uno de los aspectos importantes en un esposo que está creciendo como líder siervo hacia su pareja es la humildad de estar dispuesto a aprender de su esposa. Uno de los psicólogos no cristianos que me ha impactado mucho es el doctor John M. Gottman. Como con todo, yo filtro de forma rigurosa con la Biblia las perspectivas de la psicología secular. Pero creo que el doctor Gottman ha descubierto ciertas dinámicas importantes.

Por muchos años él ha estudiado con cuidado a cientos y cientos de parejas casadas en su «laboratorio de amor». Sus investigaciones cubren cuarenta años, trabajando en tres universidades. Ha completado numerosos estudios con más de 3,000 parejas.

En muchos casos han sido estudios de largo plazo para dar seguimiento a las parejas estudiadas. Ha analizado a detalle cómo se comunican. Después de observar a una pareja platicar por solo cinco minutos, ¡puede predecir con una certeza del 90 % si se van a divorciar o no! 

En varios de sus libros expone principios para asegurar que el matrimonio funcione bien. Él menciona siete principios para el éxito. Uno es que los hombres en específico permitan que sus esposas influyan en ellos. Es decir, deben de tomar en cuenta con seriedad las perspectivas, opiniones y recomendaciones de ellas.

Su investigación demuestra que los matrimonios más estables y de mayor duración son aquellos donde el esposo comparte el poder y la toma de decisiones con su esposa. No implica que tengamos que aceptar todas las opiniones o preferencias de ella, pero sí que estemos abiertos y seamos humildes para escucharla de forma activa y aprender de ella.

Esto es importante porque en el 80 % de los matrimonios es la esposa la que siempre llama la atención a problemas en la relación y pide ayuda, mientras que el varón tiende a evitar hablar del asunto. Esto pasa aun en los buenos matrimonios.

Para lograr la resolución de conflictos y la reconciliación es crucial que permitamos que Dios trabaje en nuestro corazón para hacernos humildes y enseñables. Sobre todo que respetemos las opiniones de nuestra esposa y aceptemos la crítica constructiva. Por supuesto que ella debe de hacer lo mismo, pero la realidad es que en la vasta mayoría de los matrimonios, la mujer está más dispuesta a ceder derechos y a someter su voluntad que su cónyuge.

Durante una etapa de nuestras vidas, cuando mi esposa y yo buscamos ayuda para nuestro matrimonio, nuestro consejero cristiano nos compartió la siguiente observación. 

Nos decía que en una pareja típica el hombre no comparte con facilidad sus propios pensamientos, deseos y sentimientos con su esposa. Como resultado, ella se frustra y se van acumulando temas para dialogar. Cuando por fin su esposa llega al límite de su frustración, tiende a hablar demasiado, como un camión de volteo, expresando todas sus quejas y preocupaciones acumuladas.

Ahora, su pobre troglodita, eh perdón, el esposo, inseguro y poco comunicativo, sintiéndose amenazado y atacado, busca un solo detalle de todo lo que ella comparte que no considera cien por ciento cierto. ¿Y qué hace el esposo? Empieza a debatir y a argumentar ese punto hasta el cansancio.

En lugar de reconocer que su esposa tiene la razón en el 99 % de lo compartido, busca un punto débil en su lógica o en la exactitud de lo que ella está diciendo. Su meta es mantener el control de la conversación y desviarla de temas incómodos para él.

Tuvimos que admitir con una sonrisa que esto nos había sucedido varias veces. Yo lo he hecho. Es la tendencia de muchos hombres y es un hábito que obstaculiza mucho la reconciliación. 

Entonces, procuremos crecer en humildad y en la capacidad de escuchar de manera activa a nuestra esposa. Santiago 4:6 dice que «Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes».

Experimentemos la bendición y la gracia de Dios. Estemos dispuestos a dejar que Dios mismo nos moldee y nos enseñe a través de nuestra esposa.

Tomado de: Varones de estirpe real, editado por Milamex Ediciones

Te invitamos a leer el siguiente tema de este artículo: La Reconstrucción de la confianza


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