Cómo ser mejores padres

Foto por Paola del Castillo

Cinco consejos prácticos

Editado por Milamex

El Centro Nacional para Formar Padres Bíblicos (biblicalparenting.org), ofrece recomendaciones para los que enfrentamos la difícil tarea de criar hijos: 

1. Mantengamos una actitud de honrar a nuestros hijos (sin importar lo que hagan) y las cosas mejorarán.

Cuando los adolescentes se portan insolentes y negativos, los padres luchamos por amarlos «a pesar de todo». Si reaccionamos con enojo, sarcasmo o burlas, los hijos pueden responder de manera exagerada ya que ellos son inmaduros. Los padres somos los maduros y no debemos darnos por vencidos. Es un grave error regresarles la ofensa con la misma moneda. ¡Tengamos paciencia, fe y esperanza! Cada persona es valiosa delante de Dios y nosotros debemos valorar a nuestros hijos de manera especial. Mucho cuidado con cómo los tratamos. No perdamos la calma.

¿Qué hacer cuando nuestro hijo nos ofende y en seguida nos pide dinero? Tengamos cuidado con nuestra respuesta. De manera calmada podemos decir:  «Hijo, primero quiero que hablemos acerca de la forma irrespetuosa en que me ordenaste salir de tu cuarto. Debemos solucionar este problema antes de seguir adelante con la vida normal».

2. Nuestra propia conducta es clave porque los hijos nos observan y nos emulan. 

Cuando nos portamos de manera inmadura, impaciente, enojada o egoísta, el ejemplo afecta demasiado a nuestros hijos. Ellos también reaccionarán así y el espectáculo no será nada agradable.

El carácter cristiano siempre debe ser nuestro ideal. En Gálatas 5:22 leemos que el creyente debe demostrar nueve características muy bellas:  «amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza». El lugar perfecto para ejemplificarlas es el hogar, frente a los hijos. ¡Da mucha pena cuando un hijo se expresa de un modo negativo y reconocemos que nos está copiando tanto en el tono como en la opinión! 

«Todo lo que el hombre sembrare, eso también segará» (Gálatas 6:7). ¿Queremos que nuestros hijos imiten nuestro modo de ser y de vivir? Seamos dignos seguidores de Jesucristo.

3. Atesoremos los «momentos de luz» cuando nuestros hijos demuestran haber aprendido alguna lección.

No es fácil ser padres exitosos, así que cuando nuestros hijos dan señales de haber entendido alguna enseñanza nuestra, celebremos. ¡Todo el esfuerzo ha valido la pena!

Esos momentos ocurren cuando expresan una palabra de amor o de gratitud, o cuando muestran alguna cualidad o acción que les hemos querido enseñar. Recordemos que Dios usa muchas experiencias para que nosotros también maduremos. «La tribulación produce paciencia;  la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza» (Romanos 5:3-5).

4. Los niños aprenden con base en las repeticiones.  En vez de siempre regañarlos, debemos enseñarles lo que deben hacer.

A veces el hijo en verdad no entiende que lo que ha hecho es indebido;  solo sabe que su mamá o papá está enfadado. Requiere de mucha paciencia, pero es necesario sentarnos con ellos y platicar con tranquilidad de lo sucedido. Quizá no entiendan la primera vez, pero eventualmente la luz penetrará su mente y comprenderán el problema y lo que es correcto hacer. 

Cuidemos nuestro tono de voz y la expresión de nuestra cara. Los niños son sensibles. Es útil dar ejemplos de cómo deben reaccionar e ilustraciones que puedan copiar y hasta practicar. Pero las sesiones de enseñanza o de reprensión no pueden durar demasiado tiempo ya que pueden desesperarse. Los progenitores inteligentes sabemos cuándo parar y también cuándo aceptar sin enojo que el hijo diga algo quizá hiriente a nuestra persona.

5. Muchos niños no saben manejar su mal humor;  los siguientes seis consejos ayudarán de manera práctica a los padres para enseñarles a controlarse.

  1. Si el hijo está enojado, mejor pospongamos la plática hasta que tome un descanso y se tranquilice.

  2. Debemos aprender a identificar cuando el niño está a punto de perder el control e intervenir para calmar la situación.

  3. Expliquemos a los chicos que el enojo puede manifestarse de diferentes maneras, por ejemplo con una actitud negativa, protestas, miradas furiosas o una voz áspera.

  4. Cuando el niño se haya calmado, platiquemos con él acerca de cómo hubiera manejado la situación de mejor manera. 

  5. Enseñemos a los hijos respuestas constructivas, por ejemplo a pedir ayuda, a conversar amablemente o retirarse antes de que surja un conflicto. Así tendrá un plan positivo de acción en lugar de concentrarse en lo que no debe hacer.

  6. Cuando el niño ha ofendido a alguien con palabras o acciones, debemos enseñarle a pedir perdón y a reconocer que hizo mal.

Al ayudar a nuestros hijos a poner en práctica estos consejos, estaremos cumpliendo lo que enseña Santiago 1:19-20:  «Todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse;  porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios». 

Los futuros cónyuges de nuestros hijos agradecerán nuestros esfuerzos por corregirlos y enseñarles a controlar su ira, y sus futuros jefes también. ¡Queremos que nuestros hijos sean exitosos en todo sentido!

Tomado y adaptado de la revista Prisma 39-4


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