Honestamente, sí somos vulnerables

Foto por Juan Esparza

Profundiza sobre esta aseveración

Por Jaime Rivera Prieto

El tiempo para mostrar la falsa seguridad terminó. Los estragos provocados por la pandemia, han demostrado que como varones somos incapaces de cumplir con las expectativas del mundo sobre nosotros. 

Desde pequeños nos inculcaron que «los hombres no lloran». Era la manera en la que nos obligaban a mostrar seguridad y dureza, sin debilidad.

La falsa masculinidad que no se dobla, que sufre en silencio y no muestra sus temores es influencia de las películas y los programas televisivos. Crean una imagen fingida de hombres fuertes que no sienten dolor, no tienen dudas y tampoco experimentan tiempos de indecisión. 

A pesar de la necedad de mostrarnos siempre fuertes, los altos índices de trastornos de ansiedad, depresión y suicidio en hombres nos muestra una realidad diferente. 

La verdad debe ser dicha: somos vulnerables. Enfrentamos momentos de duda, temor y sufrimiento. En muchas ocasiones no sabemos qué hacer y las decisiones tomadas traen dolor, golpean el carácter y abonan un sentimiento de fracaso. Lloramos cuando somos expuestos a la realidad de no tener respuestas y ser incapaces de resolver las demandas de nuestro entorno.

Como varones escuchamos que debemos mostrar un liderazgo centrado, asumir nuestras responsabilidades y contar con la fuerza para salir adelante de cualquier circunstancia. Pero el líder debe ser, ante todo, sincero e íntegro. No es correcta la técnica de gritar para imponernos, ni callar y salir por la puerta de atrás ante las amenazas y decepciones. 

La pandemia nos ofrece la oportunidad de mostrarnos frágiles, débiles y necesitados de apoyo. Este principio de humildad ante el Creador y los demás nos ganará el respeto por ser íntegros, y hará que tengamos el apoyo de los nuestros para rogar juntos por sabiduría y esperar misericordia.  

El evangelio nos recuerda que nada podemos hacer por nosotros mismos y que el poder de Dios se perfecciona en nuestra debilidad. Así fuimos diseñados.

Es tiempo de abrazar con honestidad nuestro papel como hombres, de ser genuinos y de mostrarnos tal cual somos: vulnerables. 


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