Mi heroína

Foto por Maynor Miguel Agüero Obregón

Foto por Maynor Miguel Agüero Obregón

Descubre a la protagonista de esta fascinante historia

Por Maynor Miguel Agüero Obregón

La industria del entretenimiento describe a los héroes como personas con poderes especiales, extraterrestres o entes de otras dimensiones que realizan acciones extraordinarias para mantener la paz y justicia en el planeta o incluso en el universo. Sin embargo, todo eso es solo ficción para disfrutar.

En la vida real, en cambio, existen héroes sin poderes pero dispuestos a enfrentarlo todo, por amor a sus seres queridos. Esta es la historia de una de ellas.

Mayela estuvo hospitalizada los últimos meses de su complicado embarazo para que la bebé lograra desarrollarse. La pequeña nació al sexto mes de gestación y le dieron el nombre de Adriana. 

Cuando Adriana nació, en vez de ir con sus padres, fue llevada a la incubadora. Los médicos pronosticaban un futuro complicado. Si la niña lograba salir del hospital, viviría con secuelas motrices y problemas de salud el resto de su vida. 

La noticia devastó a sus padres, aunque Reinaldo, el padre de Adriana, se aferró a la esperanza de que su hija viviría y podría llevarla a su humilde hogar. Mayela, abatida por la pérdida de tres hijos previos, decidió no aferrarse a falsas esperanzas. 

Cuando dieron de alta a Mayela del hospital, pero no a la bebé, ella prefirió no ir a ver a su hija. Reinaldo, por otro lado, la visitaba constantemente, siempre aferrado a la fe de verla en casa.

Adriana pasó cuatro meses hospitalizada. Ganó peso y tuvo mejores condiciones para que la dieran de alta, pero todavía corría peligro de presentar complicaciones de salud y de tener una vida corta. 

A pesar de que las probabilidades no estaban a su favor, Reinaldo vio a su hija crecer en casa. Mayela, aunque con algo de pesimismo, se convirtió en madre de una bebé valiente que luchó por una oportunidad de vivir. Pero en el pensamiento de ambos padres resonaban las palabras de los médicos diciendo que la niña no viviría mucho tiempo, debido a su complicado estado de salud.

Gracias a Dios, los médicos no tuvieron razón y con la lucha diaria que siempre la ha caracterizado desde que nació, Adriana se ha convertido en profesionista, esposa y madre. Superó todas las expectativas de vida que predecían los médicos y que les repetían a sus familiares a diario. 

Adriana, mi esposa y madre de mis hijos, es mi heroína. Su amor y entrega por nosotros, su empeño diario y espíritu de superación me impulsan a levantarme todos los días a enfrentar la vida con optimismo y confianza en Dios. Ella me ha enseñado a desafiar los pronósticos humanos, para aferrarme a los pronósticos divinos, creyendo que Dios es quien tiene la última palabra.


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