No era una noche más

Foto por Diana Gómez

Foto por Diana Gómez

¿Por qué razón esa noche no era como todas?

Por Isaac Sánchez

Al subir las escaleras para entrar a mi casa esperaba, como todos los días, encontrarme con mi papá. Entré y prendí la luz, pero él no estaba. Solo había una cartulina blanca con letras azules encima del sillón de la sala, que decía: «Voy a estar bien. Te amo, Cucho».

Esa nota llenó de dolor mi corazón. Lloré sin consuelo esa noche y con tan solo ocho años, creí que mi padre jamás regresaría. 

Mi madre me explicó que mi padre había decidido rehabilitarse de la dependencia a las drogas y el alcohol. Ella con sabias palabras, que seguro venían de Dios, me consoló y me hizo comprender que esto era lo mejor para nuestra familia. A mi corta edad tenía cierto entendimiento de las cosas espirituales y sabía que la voluntad de Dios era lo mejor.

Mi familia había vivido tiempos muy complicados, casi siempre por la adicción de mi padre. Altibajos económicos, violencia en el matrimonio de mis padres, pleitos y gritos. Como consecuencia, mi comportamiento en clase era desinteresado y agresivo hacia mis compañeros. 

Esa noche en que mi padre se fue, aunque al principio yo lo percibí como algo negativo pero no fue así. Ese momento fue el inicio de un cambio positivo. Él decidió ir al centro de rehabilitación de la iglesia a la que comenzamos a asistir, buscando salir de su adicción y resolver así, todos los problemas familiares. Dios estaba transformando la vida de mi padre.

A partir de esa fecha nuestra restauración como familia comenzó. Mi padre entregó todo delante de Dios, se rompieron las cadenas de alcoholismo y drogadicción y él tomó su lugar como cabeza del hogar. 

Meses después en una reunión dominical, el pastor hizo una invitación para recibir a Cristo como Señor y Salvador personal. Yo respondí acercándome al altar. El pastor dijo al micrófono: «Dios está viendo el corazón de este pequeño». La decisión de mi padre me impulsó a seguir el buen camino y a servir al Señor. 

Toda mi familia comenzó a servir a Dios. Mi padre se encargó durante un tiempo del mismo centro de rehabilitación donde fue restaurado. Mi madre se volvió una líder en la iglesia y yo, obedecí al llamado pastoral hace cinco años. Dios usó aquella noche para restaurar a mi familia. Aunque a mí me pareció una noche oscura, en realidad era una estela de luz que provenía de Dios mismo.


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