¿Qué implica ser miembro de una iglesia en época de pandemia?

Foto por Diana Gómez

¿Cómo se propagará el calor de la hermandad a distancia?

Por Isaac Sánchez 

Al inicio del confinamiento por la pandemia del coronavirus, me preguntaba: ¿Cuál será la respuesta de la iglesia a la nueva forma de reunirnos? No más abrazos, no más saludos de mano. Todo se volverá más frío; el calor de la hermandad fue puesto en pausa.   

Resulta una imagen triste ya que la Iglesia fue pensada por Dios para mantener la unidad entre hermanos y que como carbones encendidos, el fuego se propagara al congregarnos. Ahora más que nunca necesitamos estar unidos, pero ¿cómo se propagará ese calor a distancia? Tendremos que encontrar una modalidad diferente.  

Tres posiciones son claras durante este tiempo: aquel que quiere mantener la iglesia abierta a toda costa, el que quiere mantenerla cerrada y aquel que busca la modalidad en línea. Sea cual sea nuestra posición, es necesario poner de nuestra parte y no solo ser espectadores de lo que otros hacen para mantener el fuego de la unidad en la iglesia. 

La fe juega un papel fundamental en estos momentos y necesitamos a la comunidad de creyentes de muchas maneras. Todos buscamos algo de dónde sostener nuestras emociones para no desbordarnos en la preocupación por un futuro incierto. Las reuniones con los hermanos nos proveían de esa compañía.

Lo mejor que podemos hacer es apelar a las promesas de nuestro Dios, confiar y actuar conforme a ellas. Esto implica: 

1.Administrar nuestro tiempo para no dejar de lado el congregarnos, ya sea de manera presencial o en línea.

Cuando las reuniones son virtuales nos toma menos tiempo y esfuerzo participar en ellas. Nuestro rol se vuelve pasivo y poco a poco, la disciplina de congregarnos deja de ser una prioridad.

2. Ser proactivos en las necesidades de nuestra iglesia local y aportar con habilidades y conocimientos. 

Si nos mantenemos al margen o esperamos a que nos pidan ayuda, es probable que nos perdamos de muchas oportunidades para responder al llamado de Dios de amar al prójimo en palabra y en verdad. Tomemos la iniciativa y busquemos activamente maneras en las que podamos involucrarnos.

3. Conectarnos con un grupo pequeño en donde podamos rendir cuentas y compartir nuestras necesidades. 

La comunión con los hermanos es vital para nuestro crecimiento como cristianos. La Escritura dice: «El hierro se afila con hierro, y el hombre con el trato con el hombre» (Proverbios 27:17). Aunque físicamente estamos aislados, fomentemos la vida en comunidad. 

4. Considerarnos miembros esenciales del cuerpo de Cristo. 

Esto incluye considerar a los demás creyentes como parte del mismo cuerpo, alegrándonos y doliéndonos junto con ellos. Estemos al pendiente de los gozos y dificultades de nuestros hermanos en Cristo. No podemos evitar el dolor en este mundo pero sabernos  parte de la familia de Dios nos permitirá experimentar el consuelo del Padre.

5. Hacer lo que esté en nuestras manos para mantener la unidad. 

En tiempos de incertidumbre es fácil polarizarse por diferentes opiniones sobre un mismo tema. Luchemos contra esta tendencia. Todos estamos pasando diferentes pruebas y la unidad es clave para que el mundo nos reconozca por el amor que nos tenemos unos a otros como Jesús nos lo mandó.  

Ser miembro de una iglesia en tiempos de pandemia requiere más que llevar el nombre de un movimiento, demanda nuestras acciones.  

Si ya pertenecemos a una congregación, participemos de manera activa y con entusiasmo. Abracemos la visión de nuestra comunidad de fe y tomemos nuestro rol. Seamos la Iglesia de Cristo. 


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