Serie: Cómo tener finanzas sanas. Paso 1

Foto por Eliab Bautista

Sobre tener una visión

Por José Luis Taddei

¿Por qué algunos tienen mucho dinero y pueden contribuir a la causa del Señor de forma importante, no una vez, sino siempre, mientras que otros viven con todo tipo de escasez, endeudados e incapacitados para cumplir con su mayordomía? ¿Será que los que tienen más, son más inteligentes, tienen mejores recursos, logran una mejor preparación académica o son privilegiados de Dios? 

Ninguna de estas cosas. Simplemente han sabido ajustar su vida a las enseñanzas de la Biblia acerca de los aspectos financieros. Por eso Salomón hace ver que el hombre puede vivir dos circunstancias de vida totalmente diferentes una de la otra con base en el tipo de decisiones que toma. Por eso afirma: «La mano de los diligentes señoreará; mas la negligencia será tributaria» (Proverbios 12:24).

¿Qué se necesita entonces, para estar en la posición de señorío? Ser diligente para seguir cada uno de los pasos que compartiré en las próximas líneas. Si hacemos las cosas de esta manera, seremos infaliblemente buenos administradores de riqueza. 

Paso No. 1: Tenga una visión

Todas las personas de todos los niveles, todos los días trabajan, actúan y toman decisiones en la mayoría de los casos, sin tener el más mínimo plan acerca de lo que van a hacer, mucho menos una visión. Esta falta hace que lo que podrían lograr en un corto plazo, lo logren en un muy largo plazo, e incluso algunos nunca lo hagan.

En consecuencia, en lo que a finanzas se refiere, la principal razón por la que una persona no tiene salud financiera, es porque ni siquiera ha pensado y mucho menos intentado tenerla. No tiene esta visión. 

Es la visión la que nos permite crear el futuro de todo lo que deseamos, estando en el presente. Esta es la forma en que Dios hace las cosas. Por eso Él dice enfáticamente: «...yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí, que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo (propósito) permanecerá, y haré todo lo que quiero» (Isaías 46:9b-10).

En otras palabras, Dios siempre termina, antes de comenzar, todo lo que quiere hacer o convertir en realidad. Dios dice primero el final, y luego comienza. ¿Se oye raro?

En Jeremías 1:5 Dios dijo: «Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones». ¡Luego lo hizo! ¡Esto es tener visión!

Entonces, todo aquel que desea ser un líder efectivo y un buen administrador de riquezas debe comprender y practicar siempre el mismo proceso que Dios utiliza para realizar cualquier cosa. Por eso Él primero vio al hombre señoreando sobre la tierra y luego lo hizo. 

Dios nunca comienza con el principio, comienza con el final. Analice lo que dice Apocalipsis 13:8: «Y la adoraron todos los moradores de la tierra cuyos nombres no estaban escritos en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo».

Así que cuando tenemos finanzas sanas y somos buenos administradores de riqueza, es porque primero las construímos a través de una visión. Partiendo del modelo de Dios lo primero que debemos hacer es escribir nuestra visión, la declaración de aquello que en el futuro se va a volver realidad. Por ejemplo:

1. Mi visión

Desechar toda mentalidad de pobreza integral y ser un administrador de la abundante riqueza de Dios, dando cada día los pasos necesarios para mantenerme en esta posición. Soy un administrador celoso para entregar cuentas claras cuando Él me las requiera. 

2. Metas que me van a llevar al cumplimiento de mi visión:

Meta 1:___________________________________________________ 

Meta 2:___________________________________________________ 

Meta 3:___________________________________________________ 

3. Planes de acción para cada una de las metas: 

Meta 1, Plan de acción:_______________________________________ 

Meta 2, Plan de acción:_______________________________________ 

Meta 3, Plan de acción:______________________________________ 

4. Fechas para cumplir estos planes.

Meta 1:___________________________________________________ 

Meta 2:___________________________________________________ 

Meta 3:___________________________________________________

En un ejemplo bíblico, vemos cómo Nehemías siguió exáctamente este método. 

Su visión: Reconstruir los muros de Jerusalén. 

Su meta: Convencer al remanente de Israel y liderar la operación. 

La fecha concreta: Hacerlo en un plazo máximo de sesenta días para estar de regreso en Susa en noventa días. (Tomando en cuenta quince días de viaje de ida y otros quince de regreso).

¿Cuáles fueron sus planes de acción de acuerdo a lo que nos narra en su libro?

1. Orar.

«Acuérdate ahora de la palabra que diste a Moisés tu siervo... Te ruego, oh Jehová, esté ahora atento tu oído a la oración de tu siervo, y a la oración de tus siervos, quienes desean reverenciar tu nombre; concede ahora buen éxito a tu siervo, y dale gracia delante de aquel varón. Porque yo servía de copero al rey» (Nehemías 1:8a,11).

2. Hablar con el rey para pedir permiso para ir a Jerusalén.

«Me dijo el rey: ¿Qué cosa pides? Entonces oré al Dios de los cielos y dije al rey: Si le place al rey, y tu siervo ha hallado gracia delante de ti, envíame a Judá, a la ciudad de los sepulcros de mis padres, y la reedificaré» (Nehemías 2:4-5).

3. Conseguir salvoconductos para no tener problemas en los lugares por donde pasaría.

«Además dije al rey: Si le place al rey, que se me den cartas para los gobernadores al otro lado del río, para que me franqueen el paso hasta que llegue a Judá» (Nehemías 2:7). 

4. Conseguir a través de su influencia que le proporcionaran materiales para la edificación.

«Y carta para Asaf, guarda del bosque del rey, para que me dé madera para enmaderar las puertas del palacio de la casa, y para el muro de la ciudad, y la casa en que yo estaré. Y me lo concedió el rey, según la benéfica mano de mi Dios sobre mí» (Nehemías 2:8).

5. Dedicar los tres días de su estancia en Jerusalén, para hacer un análisis cuidadoso y detallado de la situación. 

«Llegué, pues, a Jerusalén, y después de estar allí tres días, me levanté de noche...y no declaré a hombre alguno lo que Dios había puesto en mi corazón que hiciese en Jerusalén; ni había cabalgadura conmigo, excepto la única en que yo cabalgaba. Y salí de noche por la puerta del Valle...y observé los muros de Jerusalén que estaban derribados, y sus puertas que estaban consumidas por el fuego...Y no sabían los oficiales a dónde yo había ido, ni qué había hecho; ni hasta entonces lo había declarado yo a los judíos y sacerdotes, ni a los nobles y oficiales, ni a los demás que hacían la obra» (Nehemías 2:11-13,16).

6. Tener una junta con los principales del pueblo y convencerlos de que era necesario edificar los muros. 

«Les dije, pues: Vosotros veis el mal en que estamos, que Jerusalén está desierta, y sus puertas consumidas por el fuego; venid, y edifiquemos el muro de Jerusalén, y no estemos más en oprobio. Entonces les declaré cómo la mano de mi Dios había sido buena sobre mí, y asimismo las palabras que el rey me había dicho. Y dijeron: Levantémonos y edifiquemos. Así esforzaron sus manos para bien» (Nehemías 2:17-18).

7. Hacer equipo de trabajo con los grupos que ya estaban de antemano organizados y darles tareas específicas.

«Entonces se levantó el sumo sacerdote Eliasib con sus hermanos los sacerdotes, y edificaron la puerta de las Ovejas. Ellos arreglaron y levantaron sus puertas hasta la torre de Hamea, y edificaron hasta la torre de Hananeel...Y entre la sala de la esquina y la puerta de las Ovejas, restauraron los plateros y los comerciantes» (Nehemías 3:1, 32).

8. Estar alertas al mismo tiempo que trabajaban para evitar cualquier sorpresa de sus enemigos.

«Desde aquel día la mitad de mis siervos trabajaba en la obra, y la otra mitad tenía lanzas, escudos, arcos y corazas; y detrás de ellos estaban los jefes de toda la casa de Judá. Los que edificaban en el muro, los que acarreaban, y los que cargaban, con una mano trabajaban en la obra, y en la otra tenían la espada» (Nehemías 4:16-17).

9. No descansar más que lo indispensable.

«Y ni yo ni mis hermanos, ni mis jóvenes, ni la gente de guardia que me seguía, nos quitamos nuestro vestido; cada uno se desnudaba solamente para bañarse» (Nehemías 4:23).

10. No distraerse con cosas ajenas a su objetivo.

«Y les envié mensajeros, diciendo: Yo hago una gran obra, y no puedo ir; porque cesaría la obra, dejándola yo para ir a vosotros. Y enviaron a mí con el mismo asunto hasta cuatro veces, y yo les respondí de la misma manera» (Nehemías 6:3-4).

11. Preparar estrategias sobre la marcha, según fuera necesario.

«Entonces hubo gran clamor del pueblo y de sus mujeres contra sus hermanos judíos. Había quien decía: ...hemos pedido prestado grano para comer y vivir... Hemos empeñado nuestras tierras… Hemos tomado prestado... nosotros dimos nuestros hijos y nuestras hijas a servidumbre... y no tenemos posibilidad de rescatarlas, porque nuestras tierras y nuestras viñas son de otros» (Nehemías 5:1-5).

«Os ruego que les devolváis hoy sus tierras, sus viñas, sus olivares y sus casas, y la centésima parte del dinero, del grano, del vino y del aceite, que demandáis de ellos como interés» (Nehemías 5:11).

12. Concluir la edificación del muro máximo en sesenta días para regresar a Susa en la fecha que le prometió al rey.

«Fue terminado, pues, el muro, el veinticinco del mes de Elul, en cincuenta y dos días» (Nehemías 6:15).

En síntesis, la estrategia de Nehemías fue:

  1. Definir una visión.

  2. Establecer metas.

  3. Hacer un plan de acción

  4. Fijar una fecha para su cumplimiento.

Cualquier persona que sigue estos pasos, con la ayuda de Dios, puede lograr sus objetivos por imposibles que parezcan. 

Te invitamos a leer la siguiente semana, el Paso 2: Sobre cambiar nuestra mentalidad.


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