La Navidad después de la pérdida de un ser querido

Foto por Andrea Hernández

Sin duda tendremos una Navidad diferente

Por Luis Felipe Cetina

¡Qué difícil es para una familia celebrar o intentar festejar la Navidad sin la especial presencia de un ser querido que ha fallecido, ya sea un abuelo, alguno de los padres, cónyuges, un hijo o un nieto!.

Para los cristianos, que tenemos la convicción de que aquellos que han creído en Jesucristo ahora descansan sin dolor y sin angustia, esto representa un gran reto ya que, aunque tenemos ese consuelo, sentimos el dolor de la separación y la ausencia. 

Sin duda esto genera algunas preguntas:

¿Cómo afrontar este tipo de situaciones?

¿Se puede compartir nuestro dolor y tristeza y a la vez usarlo para motivar a otros a que sigan adelante?

¿Qué hacer cuando esta pérdida sucede en vísperas de Navidad?

¿Es posible expresar gozo en esta primera Navidad sin la presencia de ese ser querido? 

Cada persona maneja su duelo de manera diferente. Mi esposa y mi cuñada, acaban de perder a sus mamás y sé que el dolor que ellas experimentan no es como el mío. Tengo claro que cada uno de nosotros enfrentará una Navidad diferente.

Entendemos que el familiar que ha partido no regresará y eso duele, mucho más si la pérdida es reciente. No podemos ignorar que ya no ocupará su lugar en la mesa y que no recibirá regalos. 

Esta situación nos presenta una oportunidad para ofrecernos unos a otros un amor sincero y transparente como lo hizo Jesucristo en múltiples ocasiones durante su ministerio. Debemos ser empáticos y transmitir que compartimos ese dolor.

Para ofrecer apoyo y consuelo, podemos escuchar con paciencia, compartir pasajes bíblicos alentadores o devocionales especiales. Todo esto acompañado de una actitud de esperanza y fe en el amor y la gran obra redentora de Jesucristo, mediante la cual tenemos el regalo de la Salvación inmerecida.

Enfocarnos en el único y misericordioso Hijo de Dios, quién paradójicamente fue el primero que murió para darnos vida eterna, nos ayuda a tener otra perspectiva. El amor de Dios es un bálsamo que mitiga el dolor y las penas. Tenemos la esperanza de que llegará el día cuando, como dice la Biblia, nuestro lamento será cambiado en baile.

Sin duda tendremos una Navidad diferente y una nueva oportunidad de compartir las Buenas Nuevas de amor y paz, que van más allá de cualquier preparativo, regalo o abrazo.

Para todos los que enfrentamos una pérdida, se abre la oportunidad de iniciar o profundizar en nuestra relación con Dios a través de buscarlo en medio de nuestro dolor, sin miedo y sin restricciones. Si lo hacemos seremos reconfortados y podremos seguir nuestro camino junto a Él todos los días de nuestras vidas.

Sin negar nuestro duelo, en esta Navidad busquemos a Emanuel, Dios con nosotros, quien en la persona de Jesucristo nos ofrece su compañía, su consuelo y su paz. 


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