Serie: Cómo tener finanzas sanas. Paso 5

Foto por Eliab Bautista

Sobre la necesidad de ahorrar

Por José Luis Taddei

Quien no es un ahorrador, es un deudor. Una persona que no ahorra, a pesar de que pudiera no deberle a nadie, se está debiendo a sí misma, porque después de Dios, lo primero que debe hacer es pagarse a sí mismo por el trabajo que ha hecho y esto es lo que se hace al ahorrar.

La objeción de algunos es muy similar: «Antes de ahorrar, primero quiero salir de mis compromisos».

Respuesta: Esta parecería una buena idea. Sin embargo, significa que uno debe ser el último al que haya que pagar, y por lo general, al final, ya no queda dinero para pagarse a sí mismo. 

Cuando se adquiere el hábito del ahorro, nunca se vuelve a estar sin dinero. Al hacerlo, se está cambiando el hábito de pagar a los demás, para pagarse primero a sí mismo.

De la misma forma que dar el diezmo, ahorrar regularmente representa la afirmación de que se posee un excedente de dinero, lo cual tendrá un efecto positivo en nuestra mente, en la autoestima y en la administración de riqueza. 

En la tabla de presupuesto mostré una fórmula 10+10+10+70=100, es decir:

10 % diezmo

«Honra a Jehová con tus bienes» (Proverbios 3:9).

10 % de ahorro para «gustos»

«Los corderos son para tus vestidos

10 % de ahorro para inversiones en el futuro

y los cabritos para el precio del campo;

70 % para gastos fijos. Es decir no se debe gastar más del porcentaje de lo que se gana

y la abundancia de la leche de las cabras para tu mantenimiento; para mantenimiento de tu casa, y para sustento de tus criadas» (Proverbios 27:26-27).

¿Cuál es su primera reacción ante esta fórmula?

Como dijo una vez un hombre: «Si crees que es difícil, tienes razón y si crees que es fácil, ¡también tienes razón!», «porque al que cree todo le es posible» (Marcos 9:23).

Cuando se inicia, esta fórmula variará. Uno puede empezar a ahorrar una cantidad menor, no importa cuánto. Lo importante es ir formando el hábito. A medida que se avance se debe llegar a esta distribución, la cual es el punto de equilibrio. Al administrar una mayor riqueza, también la distribución puede variar, porque el diezmo y el ahorro deben incrementarse. 

Así que el modelo dado, es el comienzo ideal. El Señor Jesús habló de este principio y dijo: «Porque al que tiene (mentalidad de riqueza), le será dado, y tendrá más; y al que no tiene (mentalidad de riqueza), aún lo que tiene le será quitado» (Mateo 25:29).

Analizando los dos tipos de ahorro

Ahorrar significa guardar dinero para un uso específico en el futuro, y de acuerdo a lo sugerido en la tabla de presupuesto, existen dos tipos de ahorro.

  1. El ahorro para adquirir las cosas que deseamos o incluso para imprevistos.

La gente que ha generado riqueza, es porque adquiere «lujos» hasta el final, mientras que los pobres y principalmente la clase media, tienden a comprar esos «lujos» al principio, pagando mucho más por ellos debido a la carga financiera que adquieren junto con el bien. 

Estas personas muestran una riqueza ficticia: «Las riquezas de vanidad disminuirán» (Proverbios 13:11). Entonces, es nuestra decisión gastar para darnos placer en el corto plazo, o ahorrar para conseguir independencia financiera en el largo plazo, porque «más vale el despreciado que tiene servidores, que el que se jacta y carece de pan» (Proverbios 12:9).

  1. El segundo tipo de ahorro es para lograr independencia financiera.

Un proverbio chino dice: «El mejor momento para plantar un árbol que produce fruto fue hace quince años. El segundo mejor momento es hoy».

El inicio de la riqueza es similar a un árbol, crece a partir de una pequeña semilla. Por lo tanto, mientras más pronto sembremos semillas de riqueza a través del ahorro, más pronto crecerán. Pero si en vez de invertir parte de nuestros ingresos los gastamos, nunca van a trabajar para nosotros.

Salomón que era un hombre observador, puso un ejemplo cotidiano cuando nos hizo ver lo siguiente: «Ve a la hormiga, oh perezoso, mira sus caminos y sé sabio; la cual no teniendo capitán ni gobernador, ni señor, recoge en el verano su comida, y recoge en el tiempo de la siega su mantenimiento» (Proverbios 6:6-8).

¿Y cómo es que la hormiga hace esto cuando nadie le enseña explícitamente la forma de hacerlo? Tampoco se le enseña que debe hacerlo en el verano, ya que una hormiga nace en la época de primavera, sin siquiera saber qué es el invierno. 

Sin embargo, durante el verano, la podemos observar día tras día ocupada activamente en transportar el alimento que habrá de mantenerla durante los meses invernales, cuando no habrá nada para recoger. ¿Qué la motiva a hacer esto?

Las hormigas y miles de especies más actúan de manera idéntica, siempre moviéndose hacia fines que les proporcionan las mejores circunstancias. Los científicos han explicado cómo sucede esto, diciendo que los animales poseen ciertos instintos con los cuales conocen el tiempo adecuado en el que deben actuar. Es decir, a los animales se les ha proporcionado un instinto que les permite lograr objetivos para garantizar su bienestar, independientemente de las adversidades que deban enfrentar.

A pesar de esto, los animales irracionales no tienen la capacidad para elegir sus metas porque carecen de inteligencia. Tanto sus objetivos de autoconservación, así como la procreación, les han sido previamente determinados, por lo que su instinto de éxito se halla limitado. Pero a pesar de ello, vemos las cosas asombrosas que logran realizar. 

El hombre tiene una ventaja mucho mayor, porque posee su inteligencia. Ha sido hecho a la imagen y semejanza de Dios. Esto le da una superioridad enorme, por lo que ha podido encauzar las fuerzas de la naturaleza en su propio beneficio, de acuerdo al plan de Dios.

Pero hay personas que debido a su ignorancia no están cumpliendo con el propósito de Dios de tener señorío. Así que cuando en su trabajo o negocio logran incrementar sus ingresos, en vez de incrementar su capacidad de ahorro, lo que incrementan es su capacidad de gasto.

Por eso una primera regla para alguien que desea convertirse en un administrador de riqueza, empieza no con cuánto dinero gana, sino cuánto dinero conserva. El excedente de riqueza es una confianza sagrada que el poseedor está obligado a administrar durante toda su vida, a favor de sí mismo y de los demás.

Salomón dice que: «todo hombre prudente procede con sabiduría; mas el necio manifestará necedad» (Proverbios 13:16). La pregunta es: ¿Cuál es el papel que deseamos desempeñar el resto de nuestra vida?

Porque si no conservamos parte del dinero que obtenemos, ¿cómo podemos esperar que posteriormente el dinero trabaje a nuestro favor y al de otros? No olvidemos que el valor compuesto del dinero que gana dinero, que luego vuelve a ganar dinero y así sucesivamente, rinde frutos con el tiempo.

Plan de acción: Iniciar la «cuenta de ahorros para la administración de la riqueza y para la libertad financiera»

El propósito de esta cuenta no es solo para guardar dinero por un tiempo, sino para administrarla a favor de la obra de Dios y para lograr libertad financiera en el futuro.

Analicemos de nuevo el pasaje de Eclesiastés 5:19: «a todo hombre a quien Dios da riquezas y bienes, le da también la facultad para que coma de ellas y tome su parte». Es obvio que la parte que tome va a ir en función del monto que administre. 

No sembrar semillas de riqueza es como dedicarse a la agricultura y comerse todas las semillas que cosecha. ¿Qué cree que va a suceder después? No habrá semilla que en el futuro se pueda cosechar. 

Lo mismo debemos pensar en cuanto a nuestros ingresos. La regla que rige esta cuenta, es que solo se pueden hacer retiros para invertirlos (sembrarlos) en algo que produzca más dinero (que dé fruto). 

Conclusión

Ahora sabemos que la riqueza es abundancia de todo y que con ella podemos hacer un bien mucho mayor que el que podríamos hacer si no la tuviéramos. 

Ahora también entendemos que una razón por la que el hombre permanece pobre es  porque no ha aprendido a ser un buen administrador.

Este tema tal vez ha desafiado sus ideas, sus creencias y sus prácticas. Quizá en algo pudiera no estar de acuerdo y es válido no estarlo en algunos detalles, pero eso no significa que por eso deseche todos los consejos.

Usted ha recibido información importante, pero no le ayudará a menos que la ponga en práctica. Ahora es el momento de escribir una historia diferente para su futuro, el de su familia y el de su iglesia conforme al plan de Dios: Tener señorío sobre la tierra.

Cualquiera que sea su gran sueño, la gran visión económica, ministerial o familiar que usted quiera lograr, el tiempo ha llegado. Solo hay que plantar las semillas del árbol, abonarlas, dar tiempo a que maduren y estará listo para dar fruto.

FIN


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