Serie: Cómo tener finanzas sanas. Paso 3

Foto por Eliab Bautista

Sobre valorar y controlar el dinero puesto en nuestras manos

Por José Luis Taddei

Es verdad que el dinero a nadie lo hace ser rico. De hecho, el dinero tiene el poder de volver rica o pobre a una persona. Todos los días, miles de millones de personas prueban este hecho. La mayoría tiene dinero, pero unos lo gastan hasta empobrecerse y hundirse en las deudas, mientras otros producen más riqueza con él. 

Otra verdad es que el dinero tampoco nos convierte en malas personas. Es la ignorancia acerca de este y de sí mismo, lo que causa que cuando una persona hace o no dinero, se corrompa. Por eso el camino hacia la riqueza está cubierto de vidas destrozadas de aquellas personas que fueron descuidadas con su dinero.

Un administrador de riqueza sabio, ve un capital inicial en cada peso, porque de la misma manera que una diminuta bellota contiene el potencial de transformarse en un poderoso roble, cada peso tiene el poder de crecer hasta convertirse en un gran árbol.

La mayoría de la gente no valora un peso. Fácilmente se deshace de él y por eso será difícil que llegue a ser un buen administrador de riqueza. Entonces, el enemigo que nos mantiene en la pobreza no es el enemigo de nuestras almas. Nosotros somos los culpables porque no valoramos el dinero que obtenemos y lo gastamos de forma inconsciente e irracional.

No tan solo eso, transmitimos el mismo tipo de información a nuestros hijos, contribuyendo con ello a perpetuar la mentalidad de pobreza. 

Si uno quiere ser un buen administrador de la riqueza de Dios, debe valorarla y saber cómo cuidar de ella, cómo nutrirla y cómo multiplicarla. La parábola de los talentos que nos narra Jesús en Mateo 25 es una muestra clara que al mal administrador, la riqueza le es quitada, pero al bueno le es dada más. 

Entonces, cada quien decide si gasta sin control todo lo que gana, en placeres de corto plazo, o bien, maneja sabiamente su dinero y consigue la independencia financiera en el largo plazo.

La historia del hijo pródigo es un ejemplo fehaciente del padre que fue sabio. Pensó en el largo plazo y construyó riquezas, mientras que el hijo solo pensó en el placer a corto plazo y todos conocemos cuáles fueron los resultados. 

Controle su dinero

¿Controla sus gastos o son sus gastos los que lo controlan? Salomón dice: «Sé diligente en conocer el estado de tus ovejas, y mira con cuidado por tus rebaños. Porque las riquezas no duran para siempre» (Proverbios 27:23-24a).

El problema de la gente no es que le falte dinero, sino que no tiene la disciplina necesaria para controlar sus gastos y utilizarlo en las cosas correctas. Le pasa lo que a la gente que quiere mantenerse en buena forma física y con salud, pero no tiene la disciplina necesaria para hacer ejercicio con regularidad y su alimentación es poco sana. 

Cuando la disciplina escasea, los problemas financieros aparecen, ya que también aparecen la tentación y la codicia, derivados de la ignorancia financiera. Esto a su vez los lleva a la insolvencia económica, al endeudamiento y a la pobreza; y en esta espiral descendente, se convierten en piedras de tropiezo por las que la gente cae en pecado.

¿Dónde empezó el problema? En la falta de reconocimiento al valor del dinero y en su falta de control. Esta es la verdadera causa de los problemas financieros. Salomón deja claro que: «En el barbecho de los pobres hay abundancia de pan, mas se pierde por falta de juicio» (Proverbios 13:23).

La insolvencia económica y el endurecimiento han llevado a muchos al punto en el que se encuentran hoy. Han llegado a ser siervos del dinero.

Quien se convierte en siervo del dinero, también se convierte en siervo del trabajo. 

En la actualidad las personas trabajan más duro, pero sin beneficio alguno para su vida, pues sus hábitos de consumo no les permiten ir adelante de sus necesidades; y como las necesidades los rebasan, cada día deben trabajar más y más sin alcanzar el fin deseado: Finanzas sanas e independencia financiera.

Como piensan que con más dinero resolverán el problema, buscan otro empleo o trabajan tiempo extra, pero siguen sin avanzar y pierden claridad mental. Como dice la Escritura: «El trabajo de los necios los fatiga; porque no saben por dónde ir a la ciudad» (Eclesiastés 10:15). Han caído en un círculo vicioso, porque al desconocer la raíz de su problema, que es su falta de educación y disciplina financiera, al tener más dinero, gastan más. 

Salomón expresa con claridad la conducta de estas personas. «Cuando aumentan los bienes, también aumentan los que los consumen. ¿Qué bien pues, tendrá su dueño, sino verlos con sus ojos?» (Eclesiastés 5:15). Es decir, solo los ven pasar, porque no se quedan con ellos.

Los que se convierten en siervos de los acreedores

Es común ver a la gente comprar muebles, ropa, automóviles, ir de vacaciones o simplemente tomarse el «cafecito». Esto no es malo en sí mismo, excepto cuando lo hacen endeudándose y con el único objetivo de satisfacer su ego. ¿Cuál es el resultado? La persona se convierte en siervo de los acreedores. Salomón comprendió estas formas de gasto y dijo: «Hay quienes presumen de ricos y no tienen nada, y hay quienes pasan por pobres y tienen muchas riquezas» (Proverbios 13:7).

Por eso en cuestiones financieras, es importante conocer la diferencia entre las deudas buenas y las deudas malas. Las buenas son las que nos producen dinero para inversión, del cual se obtiene ganancia, se pagan los intereses y queda un beneficio adicional. Este tipo de deuda normalmente la toman los que tienen algún negocio. 

Las deudas malas son las que nos quitan dinero. Las personas las adquieren al gastar el dinero que no tienen a través de sus tarjetas de crédito o departamentales. Muchas de estas deudas son para satisfacer un placer inmediato, porque se carece de dominio propio sobre la tentación, así que la persona cede ante ella. 

Y más pronto de lo que se imagina, esta deuda se vuelve una carga financiera que los convierte en siervos de sus acreedores. Salomón señala cuál es el resultado cuando dice: «El que cava una fosa caerá en ella» (Proverbios 26:27).

Cuando una persona tiene una gran pérdida de golpe, el robo de cantidades cuantiosas de dinero, el robo de un auto que no estaba asegurado o alguna operación médica por la que hubo que pagar decenas de miles de pesos, sufre por el impacto. Sin embargo, muchas personas sufren pérdidas aún mayores que estas a través de los intereses que pagan por sus deudas malas, pero como lo hacen poco a poco, no lo sienten. Se han vuelto siervos del dinero por lo que le deben a otros, pero no se dan cuenta de ello.

¿Cuál sería la solución? ¿Quemar las tarjetas de crédito? Esto sería tanto como decir que para el exceso de peso la solución sería que nunca se tuviera dinero para comprar comida. El problema no es tener tarjeta de crédito. El problema del sobrepeso o del endeudamiento es el mismo, la falta de educación nutricional o la falta de educación financiera.

El no tener respeto por las deudas, puede dañarnos seriamente de manera física y económica; y como resultado colateral, de forma emocional y espiritual.

En otras palabras, el problema no está en la deuda, sino en lo que hacemos con la deuda, ya que a algunos esta los ha vuelto enormemente ricos, mientras que a otros los ha vuelto muy pobres. 

Jesús dijo: «Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; pues mejor es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno» (Mateo 5:29).

Aunque nunca he escuchado a alguien que haga esto, estaría de acuerdo en que si la tarjeta le es ocasión de entrar en una deuda mala, lo mejor sería destruirla. Además, si no se corrige la indisciplina, debido a sus patrones equivocados de conducta, se endeudará de esta y otras formas. Así estará sujeto toda su vida a no pensar en progresar.

Finalmente, ser siervos del trabajo y ser siervos de los acreedores lleva a las personas, a convertirse en siervos de la pobreza. Cuando una persona es siervo de algo o alguien, pierde su capacidad de decisión y su voluntad queda sujeta al otro. Es por eso que «el rico se enseñorea de los pobres, y el que toma prestado es siervo del que presta» (Proverbios 22:7).

Salomón enseña que «tesoro precioso y aceite hay en la casa del sabio; mas el hombre insensato todo lo disipa» (Proverbios 21:20). ¿Dónde está el verdadero problema del hombre insensato? En su ignorancia financiera.

Para que no tengas ignorancia financiera, la semana que entra te mostraremos el Paso 4: Sobre la importancia de hacer un presupuesto (incluyendo el diezmo).


Tal vez también te interese leer:

Gasta con sabiduría     (Consejos para ordenar tu gasto)

Finanzas personales en tiempo de crisis     (Aplica estos consejos prácticos) 

Este artículo se complementa con el pódcast: Finanzas personales en tiempo de Crisis

La cultura del préstamo     (Descubre qué hacer ante este cultura)

Bienvenido a las inversiones   (Consejos probados)

Sé alguien de influencia    (Cómo cuidar la buena administración y la influencia en otros)

Ideas para ahorrar    (Los consejos en la materia siempre son útiles)

¡Cuidado con las deudas!  (Ajusta tus finanzas)

¿Materialista, yo?   (el cuidado de las finanzas)

No heredes problemas   (Pasos de prevención)

Deudas pendientes   (Cuidado con ellas)

Anterior
Anterior

Perdí mi trabajo, pero…

Siguiente
Siguiente

Tengo que matar a mi orgullo