La tecnología no define la misión de la Iglesia

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28 oct

Escrito por Milamex

¿Cómo seguir extendiendo el mensaje de Jesús sin reuniones presenciales?

Por Fernando A. Rimoldi

No es una novedad que esta pandemia puso en jaque a todas las organizaciones. Gobiernos, empresas, organismos no gubernamentales, familias y también a las iglesias locales.

Todos los proyectos, sueños y labores tuvieron que detenerse. No importaron la cantidad de recursos, los conocimientos, la pericia o el estrato social. La crisis global golpeó con dureza sin hacer acepción de personas.

En medio de esta situación, las iglesias locales se volvieron a enfrentar a un viejo desafío conocido, pero esta vez a escala mundial: ¿Cómo seguir extendiendo el mensaje de Jesús sin reuniones presenciales?

Está claro que en muchas partes del mundo esta realidad no les es ajena. Además, en sus más de 2.000 años, la Iglesia ha tenido muchos períodos de persecución, en donde los cristianos han experimentado serios obstáculos para reunirse.

No cabe duda que en el último año se produjo un cambio de paradigmas. En medio de esta situación crítica, la tecnología dio respuesta a muchas de las inquietudes.

Diferentes plataformas de streaming se convirtieron en templos digitales. Monederos virtuales y medios de pago en línea permitieron que llegara a tiempo la ayuda financiera. Aplicaciones de videoconferencia se convirtieron en aulas, patios de juegos, oficinas y salones de reunión.

Los portales de compra y las empresas de entrega a domicilio fueron los encargados de llevar la provisión oportuna a personas en necesidad. Internet se transformó en un insumo básico indispensable. Tuvimos que aprender a manejar tecnología que no sabíamos que existía e instruimos con paciencia a nuestros adultos mayores en esta materia.

La tecnología fue clave para enfrentar la crisis. Sus detractores tuvieron que reconocer su valor y sus defensores tuvieron la oportunidad de probar su utilidad.

Sin embargo, debemos poner todo en su justa medida. Este es solo un medio, un vehículo, una caja de herramientas que nos provee los instrumentos necesarios para llevar a cabo nuestra misión y alcanzar nuestro propósito.

Como dice el tecnólogo Vladimir Lugo: «La tecnología no define a la misión, sino que la misión define la tecnología». Es un error pensar en su uso como un fin en sí mismo, así como pensar que podemos prescindir de las herramientas que nos proporciona.

De hecho, la tecnología ha potenciado el impacto del mensaje y la misión de la Iglesia a través de los últimos 650 años. Consideremos, por ejemplo, cómo la invención de la imprenta de Gutenberg en 1440 permitió la reproducción en serie de la Biblia por primera vez en la historia.

Como Iglesia debemos ser conscientes de que la tecnología interactúa permanentemente con la sociedad y produce cambios en su cultura. Por lo tanto, es preciso elegir con sabiduría los mejores instrumentos para llevar adelante la tarea que Jesús le encomendó a la Iglesia.

Las herramientas han evolucionado. Sin embargo, permanece inalterable nuestro llamado. Somos el cuerpo de Cristo, tenemos la misión de dar a conocer el amor de Dios a un mundo quebrantado. El Espíritu Santo sigue transformando a los creyentes y convenciendo al mundo de pecado y de juicio. El poderoso Evangelio de la Palabra no está preso.

Fernando A. Rimoldi[2]

[1] Vladimir Lugo. Artículo: “6 leyes de la Tecnología que la iglesia debe conocer”. https://vladimirlugo.com/es/6-leyes-de-la-tecnologia-que-la-iglesia-debe-conocer/

[2] Fernando Ariel Rimoldi es Licenciado en Administración (USAL) y tiene un Posgrado en Administración de Entidades Financieras y Bancarias" (AMBA-UBA). Es funcionario del Banco de la Nación Argentina, miembro del Consejo Pastoral de la Iglesia Buenas Nuevas, y docente en cursos de Diplomatura en el Seminario FIET (Argentina).