Qué hacer cuando te quedas sin empleo
Todos temblamos al pensar que nos suceda
Por Ariel Miranda Nieto
Perder el empleo produce una sensación de desesperación y puede ser hasta traumático. ¿Qué hacer para seguir adelante? Hombres jóvenes, de mediana edad y también mayores tiemblan al pensar en experimentar semejante situación.
Las estadísticas confirman el problema. Al cierre del 2021, en México, se registró una tasa de desempleo extendida del 14.3 %. Si bien ha habido una mejoría en el panorama laboral tras los meses más duros de la pandemia por Covid-19, el porcentaje sigue siendo significativo*.
Por otro lado, la mayoría de las escuelas públicas de educación superior tomaron la equivocada decisión de elegir sacrificar la «calidad» por la «cantidad» en lo que a estudiantes se refiere, provocando una sobreoferta de profesionistas a nivel licenciatura. Como consecuencia, esta realidad aunada a otros factores, ha causado que los sueldos se hayan caído y al mismo tiempo exista desempleo en muchos ramos.
I. Analizando nuestra situación
Para poder responder la pregunta de nuestro tema, es importante conocer cuando menos dos cualidades de la persona que perdió el empleo: su edad y su profesión. Con respecto a la edad, en términos generales las empresas consideran los siguientes estratos:
Menor de 25 años o recién egresado: Es un jovencito al que se le tiene que enseñar a trabajar.
De 25 a 30 años: Es un joven que ya obtuvo aprendizaje y recursos para trabajar.
De 30 a 35 años: Es una persona madura con el balance perfecto de juventud y experiencia.
Mayor de 35 y menor de 50 años: Se considera viejo; ciertamente tiene experiencia pero hay que tener cuidado en contratarlo porque es probable que traiga vicios de otras empresas.
Mayor de 50 años: Es raro considerarlo para ofrecerle alguna propuesta laboral.
En cuanto a la profesión, haremos los siguientes comentarios:
Carrera técnica: Preparación que cada día es más demandada en todas las áreas, dada la escasez que se tiene en el país de buenos técnicos.
Licenciatura: Preparación que está viniendo a menos, pero que se salva un poco si estudió en alguna universidad prestigiosa.
Recomendaciones generales:
Menor de 25 años o recién egresado:
Con carrera técnica: Buscar empleo de preferencia en una empresa mediana o más grande, en donde realice los trabajos para los cuales se preparó.
Con licenciatura: Buscar empleo de preferencia en la especialidad o rama que más le agrade de su licenciatura, tratando de que sea en una empresa líder en su segmento.
De 25 a 30 años:
Con carrera técnica: Buscar empleo en el segmento industrial en el que trabajó anteriormente. Planear poner un negocio propio más adelante, en el que realice los trabajos de su especialidad.
Con licenciatura: Buscar empleo en el área en la que trabajó anteriormente o bien, en otra en la que quiere emplearse por el resto de su carrera profesional.
De 30 a 35 años:
Con carrera técnica: Buscar empleo en el ramo a nivel jefatura o superior, o emprender su propio negocio.
Con licenciatura:¡Su época dorada! Emplearse con quien valore y pague su experiencia, tratando de conservar este empleo. Planear qué negocio podría iniciar por su cuenta más adelante. Estudiar ventas por su cuenta.
De 35 a 50 años:
Con carrera técnica: Buscar empleo en el ramo a nivel jefatura o superior, o emprender su propio negocio.
Con licenciatura: Buscar un empleo de nivel gerencia (o superior) en su ramo, iniciar un negocio por su cuenta, convertirse en emprendedor o hacer carrera en ventas.
Más de 50 años:
Con carrera técnica o licenciatura: Iniciar un negocio por su cuenta, convertirse en emprendedor o dedicarse a las ventas.
II. «A Dios rogando y con el mazo dando»
El destacado autor cristiano Charles R. Swindoll, en su libro Moisés, un hombre de dedicación total, señala que algunos hombres y mujeres desempleados simplemente esperan que el Señor les provea un trabajo sin que ellos hagan nada. Ni siquiera envían su currículum vitae a posibles lugares de empleo.
Dicen: «Yo solo estoy esperando en Dios».
Swindell les contesta: «¿De veras? Espero entonces que a usted no le importará seguir pasando hambre durante un tiempo».
El viejo lema de los soldados durante la guerra de la revolución en los Estados Unidos de América fue: «Confía en Dios, ¡pero mantén tu pólvora seca!» En otras palabras, ponga su vida en las manos de Jesús pero manténgase listo. Haga todo lo que pueda para la batalla, entendiendo que el resultado final descansa en el Señor.
«Andar por fe no significa que uno deje de pensar», según Swindoll. «Confiar en Dios no significa convertirse en una persona desaliñada, perezosa o apática. ¡Qué distorsión tan grande de la fe bíblica! Usted y yo necesitamos confiar en Dios en cuanto a nuestras finanzas, pero eso no es una licencia para gastar alocadamente.
Debemos confiar en Dios en cuanto a la seguridad de nuestro automóvil, pero no somos prudentes si adelantamos a otro vehículo en una curva, sin visibilidad. Confiamos en Dios por nuestra salud, pero eso no significa que podemos fumar un cigarrillo tras otro, quedarnos levantados hasta medianoche y subsistir comiendo papas fritas y otras chucherías, y no sufrir las consecuencias».
Tal actitud no es fe, es presunción. Hagamos todo lo que podamos a la vez que confiamos en el Señor para que Él logre lo que nosotros no podemos.
¿Cambiar de lugar?
Por otro lado, muchas veces necesitamos cambiar nuestra actitud respecto a la locación del trabajo. Estamos tan acostumbrados a la ciudad en la que hemos vivido siempre, cerca de familiares y amigos, que hasta nos da flojera pensar en todo lo que representa un cambio. Ahora quizá tengamos que movernos a donde esté la oportunidad.
III. Las ventas como carrera
Los vendedores profesionales son tan escasos que la demanda supera a la oferta. En este campo importan los conocimientos y los métodos, de tal manera que alguien que siga estos lineamientos tendrá más éxito que alguien que solo cuenta con la experiencia de varios años en el medio.
Es diferente trabajar en ventas porque no obtuvimos la clase de empleo que conocemos y nos agrada desempeñar, que intentarlo profesionalmente.
Un buen vendedor debe poseer una gran cantidad de habilidades y conocimientos acerca de diferentes disciplinas como finanzas, psicología, mercadotecnia y un excelente conocimiento del producto o servicio de que se trate.
IV. Un negocio propio o emprendimiento
«El que juega por necesidad, pierde por obligación», dice un refrán entre jugadores de azar. Podríamos extender esta idea de posible fracaso para aquellos negocios que se crean en forma precipitada, pensando que van a resolver nuestra situación económica en el corto plazo. Un negocio es algo que:
Debe planearse, haciendo un buen estudio de mercado y de localización.
Requiere una cantidad de dinero considerable como inversión inicial, tanto en activo fijo como en capital de trabajo.
La inversión tarda un cierto tiempo en recuperarse y mientras eso sucede, lo más probable es que haya que «meterle» y no «sacarle» dinero.
Lo ideal es conocer previamente el giro del que se trata y no querer aprender sobre la marcha.
Es por esto que recomiendo planear esta opción con años de anticipación.
Finalmente, aconsejo comprar la revista Entrepreneur y consultar su sitio de internet:
V. Recomendaciones generales
Entre los Diez Mandamientos que no son sugerencias sino órdenes, hallamos uno que dice: «Seis días trabajarás». Es necesario mantenernos ocupados en actividades productivas de alguna manera, aun cuando no tengamos un buen trabajo por el momento.
¿Cómo? En primer lugar, nos dedicamos a la búsqueda de nuestro próximo empleo mediante el estudio de las posibilidades, la preparación de nuestros documentos y el procurar y efectuar las entrevistas.
A la vez debemos orar y buscar la dirección del Señor junto con nuestra familia, en cuanto al futuro. Quizá también debemos estudiar lo último en cuanto a nuestra área de especialidad, nuevas habilidades como programación, diseño, redes sociales u otros temas de utilidad.
En segundo lugar, para poner pan en la mesa y seguir activos, podemos aceptar algún trabajo temporal de menor nivel mientras logramos nuestro objetivo.
En ciertos tiempos, por ejemplo antes de la Navidad, se abren más puertas de oportunidad debido a que en esos días se efectúan muchos negocios. ¡A lo mejor descubrimos dones o gustos desconocidos por medio de tales experiencias! Por otro lado, quizá podamos iniciar o continuar alguna microempresa en el hogar que resulte productiva.
En tercer lugar, si todavía nos queda la posibilidad, aprovechemos para hacer trabajo voluntario en la iglesia, en la comunidad o con alguna organización cristiana que podría ser beneficiada con un servicio nuestro. No importa que nos ocupemos en cosas humildes, como arreglar el jardín o pintar el templo o la casa de alguna persona necesitada, demostraremos nuestro amor al Señor y Él nos honrará por hacerlo.
Muchísimas asociaciones civiles que sirven a la causa del Evangelio, carecen de suficientes colaboradores y quizá podamos darles un importante apoyo mientras esperamos la respuesta de Dios en cuanto a un nuevo empleo.
Algunos pastores tienen demasiado trabajo de visitación o evangelización y no pueden abarcar tanto, o necesitan un compañero para sus salidas. Quizá durante un tiempo seamos la respuesta a sus oraciones.
La Biblia, nuestra guía infalible, nos aconseja: «Porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo» (1 Timoteo 5:8). ¡Es imprescindible trabajar!
Dice además: «Trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad» (Efesios 4:28). Nuestra meta al trabajar y buscar un buen empleo, no debe ser solo para nuestras propias riquezas y sostenimiento, sino el poder compartir con la familia del Señor en la Iglesia y extender el mensaje de la salvación a todos los rincones del mundo. Entonces sí, ¡valdrá la pena que hayamos vivido!
Adaptado de La imagen de un verdadero hombre, tomo 2. Ediciones Milamex
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