Logra tus propósitos de año nuevo

Foto por Anna Catherine McGraw

Los buenos hábitos son la base para alcanzar nuestros propósitos

Por Editorial Milamex

Comienza el año, tiempo de establecer «nuevos propósitos». Si lo pensamos bien, en realidad no cambian mucho: bajar de peso, mejorar nuestras relaciones familiares, crecer en nuestro trabajo y tener una relación más íntima con Dios. ¿Quién no querría eso en su vida? 

Sin embargo, cada enero nos encontramos tomando las mismas resoluciones. La realidad es que aunque estos anhelos son muy buenos, para convertirlos en propósitos necesitamos definir los pasos específicos que nos lleven a alcanzar metas concretas, las cuales nos encaminen a transformarnos en las personas que deseamos ser. 

Por otro lado, nos enfrentamos a las fluctuaciones normales de la vida. Iniciamos el año muy motivados para hacer cambios importantes, pero con el paso de los meses esas ganas se ahogan en el ritmo de vida acelerado y las montañas de pendientes. 

Entonces, ¿qué podemos hacer? 

Dejemos de proponernos metas ambiguas y seamos más concisos con lo que queremos lograr. No es lo mismo decir: «Voy a cuidar mi salud», a decir: «Me haré unos análisis de sangre y los llevaré con mi médico para ver qué necesito cambiar en mi dieta».

El resultado será mejor si nos ponemos metas pequeñas pero realistas, con las que podamos ser consistentes. 

Tal vez en lugar de plantearnos leer toda la Biblia en un año, será más alcanzable proponernos dedicarle diez minutos al día a una pequeña porción, prestándole toda nuestra atención, indagando y deteniéndonos a reflexionar. Quizá no la terminemos toda, pero a largo plazo esto traerá mayores beneficios y aportará mucho más al propósito de crecer en santidad y devoción. 

Enfoquémonos no solo en el resultado final, sino en el proceso en sí. Los competidores olímpicos, por ejemplo, tienen la misma meta: ganar; pero no todos terminan lográndolo, es el proceso lo que tuvo influencia en el resultado. 

Reconozcamos que nuestros propósitos se pueden alcanzar a través de buenos hábitos. Démosle más peso al ser que al hacer. Pensemos: ¿en qué clase de persona me quiero convertir a través de este hábito? 

Tomando en cuenta lo anterior, podemos proceder a hacernos esta pregunta: ¿Qué decisión o hábito me llevará a abrazar la vida abundante que Jesús me ofrece este año? 

En Milamex le pedimos a varios hombres, de diferentes edades y en distintas etapas de vida, que nos compartieran sus propuestas. Esto fue lo que respondieron: 

Para mejorar mis relaciones:

  • Apartar dos jueves al mes de 6 a 9 pm para pasarlos con mi esposa, sin niños. Buscar a alguien que los cuide en ese horario. 

  • Dejarle una nota a mi esposa al menos una vez a la semana mencionando algo que admiro de ella o simplemente recordándole que la amo. Comprar un paquete de post its y ponerlo junto a mi Biblia para tenerlo presente.

  • Apartar al menos media hora diaria para pasar tiempo de calidad con mis hijos. Leerles un libro antes de dormir, ir al parque a jugar básquetbol, ir por un helado y conversar con ellos, dependiendo de su edad e intereses. 

  • Establecer el domingo como día familiar: quedarnos en casa después de la iglesia y hacer algo juntos, visitar a otros parientes o ir de paseo. Terminar la cena orando unos por otros.

  • Visitar a mis padres tan seguido como sea posible. Si se encuentran lejos, apartar al menos 15 minutos cada domingo en la mañana o en la noche para hablar por teléfono.

  • Reunirme con mis amigos el último viernes de cada mes o cada dos meses, aunque sea un par de horas.

  • Entablar conversaciones con mis vecinos. Si hago clic con alguno, invitarlos a comer a mi casa o algún lugar cercano junto con su familia.  

Para crecer en mi caminar con Dios:

  • Comenzar mi día preparando un café y sentarme a leer una porción bíblica, reflexionar y orar, de 6:40 a 7:00 am. Anotar cada vez que aprenda algo nuevo.

  • Terminar mi día escribiendo en un diario al menos tres cosas por las cuales agradezco a Dios.

  • Buscar y comprar libros que fortalezcan mi fe. Leerlo antes de dormir al menos 3 noches a la semana.

  • No descuidar mi asistencia a la iglesia los domingos y entablar conversaciones con mis hermanos. Ajustar mis horarios para unirme al grupo de varones, si lo hay.

Para cuidar de mi salud física:

  • Agendar una cita médica para un chequeo general, antes de mi próximo cumpleaños.

  • Procurar caminar en lugar de usar el auto cada vez que pueda. Asimismo, preferir las escaleras en lugar del elevador. Obtener mi membresía para ir al gimnasio en las mañanas o apuntarme a los juegos de fútbol los sábados a mediodía o inscribirme a una clase de alguna disciplina de mi interés.

  • Acordar con mi esposa que los alimentos que consumimos en casa contengan suficientes grasas buenas, proteína, fibra y nutrientes. Agendar una cita con el nutriólogo si necesito más apoyo.

  • Dormir al menos 7 horas diarias.

Para cuidar mi salud financiera:

  1. Decidir no endeudarme.

  2. Agendar una cita con un consultor financiero.

  3. Hacer un presupuesto mensual (y limitarme a él) que incluya por ejemplo: 

  • Dar el diezmo y considerar donativos a ministerios, causas o personas en necesidad. 

  • Gastos del hogar (renta, hipoteca, comida, productos de limpieza, luz, agua, teléfono, celular, internet, entretenimiento).

  • Ahorro

  • Gastos médicos

  • Pago de adeudos en tarjeta de crédito en el tiempo establecido 

  • Fondo de emergencia

  • Seguros (médicos, auto, casa, vida, gastos funerarios)

  • Vacaciones

  • Colegiaturas y cursos de actualización

  • Gastos recreativos 

Para no tirar la toalla frente a los obstáculos de este año:

  • Ser sensible a la voz de Dios acercándome a pedir consejo a personas sabias.

  • Celebrar los logros por muy pequeños que parezcan. Comer algo especial o salir a un lugar divertido.

  • Agendar una reunión de rendición de cuentas en persona, virtual o por teléfono, durante los primeros días de cada trimestre con alguien de confianza.

  • Poner atención a mi salud mental y agendar una cita con un terapeuta en el momento que mis emociones o pensamientos se salgan de control o comience a perder el ánimo.

Estos son ejemplos que pueden servirnos para definir metas más específicas, realistas y alcanzables. Adaptémoslas en función de nuestra realidad: roles, etapa de vida, responsabilidades y considerando a las personas que Dios ha puesto a nuestro alrededor.

Es importante respetar nuestro propio ritmo, ninguno de nosotros nació y empezó a correr. Ir lento hacia la dirección correcta es mejor que quedarse estancado o llegar rápido a un destino no deseado. Dios va a respaldar nuestro esfuerzo y estará ahí en cada decisión que nos acerque a reflejar a Cristo cada vez más.


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