La protección de Dios

Foto por Phil Eager

Habíamos seguido las reglas de buceo, al pie de la letra, pero… 

Por Lloyd Petersen

Existen muchas razones importantes para pasar tiempo en la Palabra de Dios. Hoy veremos una de ellas: la protección de Dios.

«Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré; le pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre» (Salmo 91:14).

En el 2017 estaba en un proyecto de buceo en Toluca, México. Consistía en sumergirnos en enormes tanques de agua de una fábrica de refrescos, para limpiarlos. 

En la mañana del día que comenzamos el proyecto, como era mi costumbre, me desperté y tuve mi tiempo devocional. Al terminar con mi lectura sentí que Dios me decía: «Lee el Salmo 91». Como se sabe, ese salmo es bastante conocido por hablar de la protección de Dios. Mientras lo leía, recordaba cómo Dios me había protegido en el pasado.

Comenzamos con las operaciones de ese día y pasé unas cinco horas en el tanque succionando lodo y sedimento del fondo. Fue un gran día de buceo y tan pronto salí del tanque, le envié un mensaje a mi esposa para decirle que todo estaba bien. Los avances que logramos me alegraron mucho. 

Mientras íbamos en coche hacia un restaurante después del día de trabajo, comencé a sentir un dolor en el brazo. Le dije a mi supervisor y pensamos, siendo optimistas,que quizá me había golpeado mientras estaba trabajando. 

Habíamos seguido las reglas acerca de la duración y profundidad del buceo, al pie de la letra. Al llegar al restaurante, el dolor aumentaba y disminuía y mi piel tenía una erupción moteada, ahí fue cuando supimos que había desarrollado síndrome de descompresión rápida. 

La enfermedad por descompresión es una condición peligrosa y dolorosa que surge de emerger a la superficie demasiado rápido al bucear. Es causada por tener una burbuja de nitrógeno atrapada dentro del cuerpo, cortando el suministro de sangre e interfiriendo con los nervios. 

De los síntomas que yo tenía, inferíamos que en mi caso la burbuja estaba dentro de mi hombro. Cuando nos sentamos en el restaurante, de pronto me sentí débil. Me recargué en mi compañero y me desvanecí. Todavía lo escuchaba, pero no podía verlo. Mi supervisor de inmediato tomó una de las Coca Colas que nos trajeron a la mesa y me dijo que tomara un poco. 

Tan pronto como tomé un sorbo, me regresó la vista, pero sabíamos que teníamos poco tiempo para llevarme a una cámara hiperbárica y atenderme antes de que la burbuja de gas causara demasiado daño al interior de mi cuerpo. 

Al llegar a la cámara hiperbárica, tuvimos que explicarle a los operadores cómo tratar la enfermedad de descompresión, ya que ellos solo estaban familiarizados con usar la cámara hiperbárica para otro tipo de condiciones médicas y terapias. 

Mientras estaba en la cámara, siguiendo las instrucciones de los operadores sobre en qué momento ponerme y quitarme la máscara de oxígeno, el dolor fue aumentando durante las 3 horas que estuve dentro, al punto de que no sabía cómo posicionar mi cuerpo para encontrar alivio. 

Por fortuna, después de las tres horas, el dolor comenzó a bajar gradualmente y para la quinta hora dentro de la cámara, el dolor ya había desaparecido y fui dado de alta. Durante el siguiente mes, volví para más sesiones hiperbáricas para sanar el daño causado a mi brazo y hombro, y recuperarme por completo.

En medio de todo lo que pasó ese día, yo estaba en completa calma. Dios ya me había dicho esa mañana que iba a protegerme. Desde el inicio, cuando los síntomas comenzaron a mostrarse y más tarde, al estar recostado con un dolor incómodo, yo sabía cuál sería el desenlace. 

Saber que estaba bajo la protección de Dios quitó todo el miedo y, de hecho, me dio valor.

Sin embargo, es importante notar lo siguiente: existen condiciones para tener la protección de Dios. 

En el Salmo 91:14 vemos una de ellas. Dios dice: «Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré». ¿Cómo comprobamos que amamos a Dios? Obedeciendo sus mandamientos. Así como dijo Jesús en Juan 14:15: «Si me amáis, guardad mis mandamientos».

Pasar tiempo en la Biblia es indispensable para asegurarnos de que obedecemos a Dios. Sus caminos y sus leyes se convertirán en los nuestros. Y mientras crecemos en sabiduría, también crecerá nuestra  rectitud, otra condición para recibir la protección y los beneficios de Dios.


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