El desafío de la paternidad

Es el padre quien da el sentido de identidad

Por Elisabeth F. de Isáis (1925-2012)

—Mamá, ¿viene mi papá a comer hoy?

—No hijo, tiene mucho trabajo, está muy ocupado.

—Pero casi nunca lo veo, mamá. Parece que se ha olvidado de mí…

Muchas veces los niños no expresan su desolación de forma abierta, pero sus caras tristes, las pequeñas señas de frustración y aun sus travesuras indican que se sienten abandonados, solos y perplejos cuando el papá no les presta atención. El padre es la figura de autoridad máxima en la vida de un niño.

Quizá a algunos papás esto no les preocupe mucho. Pero el padre cristiano sí debe entender la importancia de pasar tiempo con su hijo. El escritor Esteban Hughey, en un folleto de Cristo para Todas las Naciones, ha apuntado algunas ideas al respecto, muy dignas de tomarse en cuenta:

El padre cristiano sabe que su papel es vital para el buen funcionamiento de su hogar y el desarrollo normal de sus hijos. En verdad, Dios le ha dado a cada padre el papel de guía moral y de símbolo de seguridad en el hogar.

Como alguien ha dicho, lo que los niños entienden acerca de Dios en sus años de formación, viene de la reflexión acerca de la relación con su padre que es el máximo representante de Dios. Tal vez esto nos explica el por qué muchos adultos tienen ideas tan confusas y negativas acerca de Dios. Sus padres fueron ejemplos tan negativos de lo que debe ser un buen padre, que su concepto de Dios también fue afectado.

Es el padre quien da el sentido de identidad, de integridad y de propósito. Es él quien tiene que suministrar la fuerza psicológica, moral y espiritual. Él tiene que ser el intérprete de lo que es realmente masculino para sus hijos e hijas. Además tiene que modelar para su familia, lo que es la vida fuera del hogar, para que ella pueda adaptarse al mismo y dar algo propio a ese mundo. Todavía más importante aún, el padre tiene que comunicar a sus hijos con palabras y ejemplo, las metas de la vida.

Es fácil dejar que las presiones de los negocios roben tiempo del hogar. Peor todavía, muchas veces esas mismas presiones producen nerviosismo, mal humor, irritabilidad y otras fallas en el carácter del padre de familia, lo que los hijos interpretan como una falta de amor hacia ellos.

Los padres solo dedican a sus hijos algunos años de los setenta u ochenta de su vida.  Considerando eso, ¿parece demasiado?

Un buen comienzo es hacer lo posible por tomar los alimentos con su familia, en un ambiente de contentamiento y cariño. Planear paseos familiares. Asistir juntos a la casa de Dios. Expresar su amor a sus hijos, por medio de abrazos y palabras positivas. Escuchar lo que sus hijos le quieran contar de sus aventuras diarias.

Es importante no dejar que las vidas que han sido entregadas al cuidado de los padres, sufran por su culpa. Es un gran gozo cumplir con la preciosa responsabilidad de formar la próxima generación de hombres y mujeres, cabales y bien fundamentados. ¡Es una satisfacción incomparable!

Tomado de la revista Prisma 10-3


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