¡Cuidado con el papalote!
Durante el virreinato en México surgió una nueva forma de diversión: volar cometas
Por L. Castellanos.
No hay terror más grande para una madre que al caminar por una calle muy transitada, el hijo pequeño se le zafe de la mano. Los peligros en una ciudad, chica o grande, son incontables. Entre más densa la población, mayor el cuidado que debemos tener.
¿Cómo convencer a los niños de que sigan reglas como permanecer a nuestro lado todo el tiempo? Ciertamente debemos ser firmes cuando nos encontramos en una avenida o en la calle pero también podemos hablarlo con ellos mientras estamos tranquilos en casa.
Procuremos ser claros al conversar con ellos sobre los peligros que pueden enfrentar afuera si están distraídos o desobedecen las señales de tránsito. Quizá un ejemplo histórico pueda sernos útil para contar a modo de anécdota lo que pasa si no prestamos atención.
Durante el virreinato en México surgió una nueva forma de diversión: volar cometas. A diferencia de algunos otros países, en México se usó la palabra papalotl, que significa mariposa en náhuatl.
Los niños solían volar cometas en la calle o en sus casas. Lo que al principio pareció ser un pasatiempo inocente se convirtió en un peligro. Las crónicas de la ciudad nos cuentan que algunos niños cayeron de sus azoteas distraídos al usar su nuevo juguete. Algunos casos resultaron en muerte y otros en accidentes severos.
También hubo niños o adultos que, preocupados por no perder su cometa, fueron pisoteados bajo los cascos y ruedas de los carruajes tirados por caballos y mulas. Dicha situación requirió de una medida drástica. El virrey en turno prohibió volar cometas a menos que se hiciera fuera de la ciudad.
Si alguien desobedecía, se le multaba con cincuenta pesos, o cien, si era su segunda sanción. Según las leyes, si alguien continuaba aferrado a jugar con su cometa, se le castigaba con el destierro.
De toda esta historia surge el dicho: “estás papaloteando” que se refiere a estar distraídos.
El cometa en sí no era más que un juguete divertido, el cual usado en el lugar incorrecto, provocó daños y lágrimas. Del mismo modo, hay un sitio indicado para usar el celular, una pelota o los patines. Lecciones del pasado como la del papalote, nos recuerdan que nuestra susceptibilidad a la distracción puede ser fatal en muchos sentidos: al cruzar la calle, al manejar, en los estudios, en las relaciones con nuestra familia y mucho más.
Recordemos y enseñemos a nuestros hijos que las reglas que establecemos los padres y las leyes existen para protegernos de peligros y evitar accidentes y desgracias.
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