5 de mayo

El día que se consolidó el amor a la Patria 

Por Dina Díaz

Nosotros como hijos de Dios tenemos una identidad en Cristo, pero también como mexicanos, una identidad nacional. Dios nos permitió nacer en este país y debemos amarlo, trabajar para su bienestar, preservar el valor cultural de nuestras raíces y respetar a nuestras autoridades y nuestros símbolos patrios (la Bandera tricolor, el Escudo Nacional y el Himno Nacional).

En la Historia de México, encontramos que en la Batalla del 5 de mayo de 1862, en México se consolidó un firme sentimiento de patriotismo en toda la nación. 

Después de la Consumación de la Independencia en 1821, tuvimos años de luchas internas por el poder, lo que propició en 1836 la Independencia de Texas, en 1838 la primera Intervención Francesa y finalmente en 1847 la pérdida de territorios en la guerra contra Estados Unidos. 

En estas guerras los «ejércitos» que peleaban eran casi siempre con la «leva», hombres que aprendían a disparar un fusil en el campo de batalla; la deserción estaba a la orden del día.

Pero esto cambió cuando el ejército francés en 1862, rompiendo todos los protocolos, desembarcó en Veracruz y se dirigió a Puebla al mando del Conde de Lorencez. A cargo de la defensa estaba el general Ignacio Zaragoza, quien de manera estratégica dispuso la defensa de la población. Resaltaban algunos grupos indígenas de la sierra poblana. Entre ellos, peleando con machetes artesanales en contra de los sables franceses, se encontraban los zacapoaxtlas, quienes hasta el día de hoy participan en el Desfile militar del 16 de septiembre.

Cabe mencionar al general don Manuel Negrete, ilustre conservador que ante el peligro de la intervención se presentó ante el Congreso para ofrecer sus servicios. Entregando su espada declaró: «Antes tengo Patria que partido» (ya que él pertenecía al partido contrario al gobierno de don Benito Juárez). Fue la primera vez que un ejército se formó por diferentes sectores de la población, fortalecido por el amor patrio.

La batalla se inició a las doce del día y en tres diferentes ocasiones el avance de los franceses fue rechazado por nuestro ejército, venciendo a los que se hacían llamar los mejores soldados del mundo. 

El Conde de Lorencez, de hecho, había enviado un mensaje a Napoleón Tercero diciendo: «Tan superiores somos a los mexicanos en raza, en organización, en moralidad y en elevación de sentimiento que suplico a Vuestra Excelencia (el ministro de Guerra) que tenga la bondad de decir al Emperador que, a la cabeza de seis mil soldados, ya soy dueño de México». 

Por su parte, el reporte de guerra del General Zaragoza registró:

«El ejército francés se ha batido con mucha bizarría. Su General en jefe se ha portado con torpeza en el ataque. Las armas nacionales se han cubierto de gloria… puedo afirmar con orgullo que ni un solo momento volvió la espalda al enemigo el ejército mexicano durante la larga lucha que sostuvo».

Fueron derrotados por un ejército popular sin experiencia en la guerra, pero llenos de amor a la patria. Que eso nos sirva de inspiración como mexicanos.


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