Parábola del camino por el desierto
Foto por Irais Téllez
Descubre cómo recorrió ese camino
Por Martin Sandoval
Un joven deseaba mejorar su situación. Había tratado de cruzar el desierto que lo llevaría al lugar donde deseaba estar, pero por algún motivo no lo lograba. Así lo intentaba cada año, pero no lo lograba y volvía siempre al mismo lugar.
El tiempo pasaba y la situación no mejoraba. Sus fuerzas cada vez eran menos y el desierto parecía extenderse cada día un poco más.
Un día se le acercó un sabio y le preguntó:
―¿Qué te pasa? Te veo cansado.
―¡Sí, estoy cansado de intentarlo! Los años pasan y no logro cruzar el desierto ¡Creo que nunca voy a llegar al otro lado!
―¿Con qué intentaste cruzar?
―Durante estos años lo he hecho con valentía, amor y pasión, pero no lo logré.
Enseguida el sabio tomó un papel, escribió unas palabras y le dijo:
―Ahora intenta cruzar con esto.
El muchacho leyó el papel, lo guardó en su mochila y se adentró en el desierto. Pasó días de intenso calor y noches frías de ventarrones. El hambre y la sed parecieron estar a punto de derrotarlo. Hubo momentos donde daba un paso adelante y el fuerte viento lo obligaba a retroceder dos.
Durante las noches no dormía para poder seguir avanzando. Se cayó muchas veces pero volvió a levantarse. A pesar de todo ello, siguió caminando, sin olvidar las palabras que llevaba en la mochila y el futuro que le esperaba del otro lado.
Hasta que un día, comenzó a ver cómo el desierto se transformaba en verdes pastos, la arena se desvanecía y brotaban ríos a su alrededor. Luego de varios años intentándolo, esta vez había logrado cruzar el desierto.
Con lágrimas en su rostro, sacó de la mochila el papel que le había dado el sabio y volvió a leer las palabras que decían: «Prueba con esperanza y no la pierdas por el camino».
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