Cómo tratar a los de la tercera edad

Diez recomendaciones para cuidar a los ancianos entre nosotros

Por Bill Ellis

Millones de personas en la actualidad viven en la tercera edad. Desde luego, la percepción de la edad es relativa. Se cuenta de un niño al que le preguntaron: 

—¿Qué tan viejo es tu papá? 

—Oh, está en la Edad Media, —respondió—. Bueno, ¡no exactamente!

Como resultado de enfermedades, accidentes y otros factores que debilitan, puede ser difícil categorizar a qué edad uno se convierte en anciano. Un gran juez del vecino país del norte, Oliver Wendell Holmes, dijo una vez: «Tener setenta años de juventud es a veces una vida más feliz y llena de esperanza que ser un viejo de cuarenta». Entonces, podemos ver que la vejez no solo tiene que ver con los años. Sin embargo, lo cierto es que tarde o temprano llegaremos a ser viejos.

Todos estamos en contacto con alguna persona anciana; un padre o madre, abuelo, tío o tía, vecino o amigo. Es bueno recordar que en un tiempo eran trabajadores, ganándose la vida, sintiéndose útiles a la sociedad y libres para ir y venir como querían.

Es probable que en su momento, ellos ayudaron a algún viejito que ya no tenía todas las posibilidades de antes. Esa es la ley de la vida. Antes eran como nosotros, activos y con todas sus facultades.

Pero llegó el tiempo en que los años cobraron su factura y ahora se encuentran en una nueva fase. Ya no tienen la energía o las capacidades de antes. Necesitan comprensión y ayuda. 

He aquí, diez recomendaciones para tomar en cuenta al enfrentarse con algún ser querido que requiere de un nuevo trato y desde luego, de mucho amor:

1) Tengámosles paciencia, pues por más que se esfuercen, ya no pueden caminar tan rápido como antes.

2) Quizá se les olviden algunas cosas que sucedieron recientemente, aunque recuerdan el pasado con claridad. No nos desesperemos por eso.

3) Es probable que su arreglo e higiene personal no sea tan cuidadoso como antes. Ayudémosles en los pequeños detalles para que no presenten una mala apariencia y para que mantengan su dignidad. Agradecerán consejos cariñosos en cuanto a cómo vestirse.

4) Tengamos mucho cuidado de no criticarlos. Tienden a avergonzarse por sus deficiencias al caminar, hablar u oír, pero hacen lo mejor posible. Son extra sensibles a las críticas.

 5) A lo mejor se les dificulta hacer pequeños mandados o ir al supermercado y agradecerán nuestro ofrecimiento para ayudarlos.

6) Quizá todavía les gustaría ir a eventos locales como deportes, conciertos y desde luego cultos de la Iglesia o estudios bíblicos. Ofrecer llevarlos y traerlos puede ser algo maravilloso para ellos.

7) Si viven solos, es bueno comunicarnos con ellos cada día para ver cómo están y si necesitan algo.

8)  La limpieza de sus viviendas puede ser un problema. Estemos al pendiente de esta necesidad.

9)  Si toman algún medicamento, es importante vigilar que lo tomen a sus horas y que compren más cuando se acabe la cajita. Podríamos apoyar recordándoles sus citas o incluso acompañándolos al médico. 

10)  Seguramente todavía les gusta comer cosas hechas en casa aunque ya no las preparen por falta de energía o motivación. Compartamos con ellos unas galletas o un pan especial horneado en casa. Valorarán mucho el sabor casero.

A la verdad, las personas de la tercera edad tienen temor de ser abandonadas. ¡No seamos culpables de hacerlo! Algún día nosotros estaremos en sus mismos zapatos. El ejemplo que demos ahora a nuestros hijos, traerá fruto para nosotros mismos.

Aun el famoso rey David de la Biblia, quien no tenía ninguna necesidad de preocuparse por quedar desamparado, escribió una vez una oración muy sentida a su Padre Celestial: «No me deseches cuando llegue a la vejez; no me desampares cuando mis fuerzas se acaben» (Salmo 71:9 RVC). 

Ayudemos a los que hoy requieren de nuestra ayuda, de la misma manera en que esperamos ser ayudados cuando sea nuestro turno de llegar a la vejez. 

 (Traducido y adaptado de un artículo de Assist Ministries)


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