Hablemos bien

Foto por G. Santiago

Lo que decimos refleja lo que hay en el corazón 

Por David Calderón

«Si lo que vas a decir no es más bello que el silencio, no lo digas», dice un proverbio árabe. Por otro lado, el afamado Leonardo Da Vinci, dijo: «Quien de verdad sabe de qué habla, no encuentra razones para levantar la voz».

La Biblia da suma importancia a lo que decimos, pues lo que uno habla refleja lo que hay en el corazón. En Mateo 15:18 dice: «lo que sale de la boca del corazón sale; y esto contamina al hombre».

La Escritura recomienda hablar con mesura, sin amenazas, con prudencia, pensar antes de hablar, oportuna y correctamente. En cambio, Dios detesta: la murmuración, el menospreciar a otros, la manipulación, la enseñanza falsa, la exageración, el acusar y emitir juicios, el falso elogio y la mentira.

Es lamentable que como dice Santiago: «todos ofendemos muchas veces» (Santiago 3:2), pues no controlamos nuestra boca y con nuestras palabras causamos a terceros terribles daños, divisiones, enfrentamientos, sin olvidar que nos deshonramos a nosotros mismos.

En la forma de hablar reflejaremos lo que hay en nuestro corazón. Recordemos que Dios mora en nuestro interior, no nos contaminemos con lo que hablamos. Pedro nos hace esta invitación: «El que habla, que hable conforme a las palabras de Dios» (1 Pedro 4:11).

Imitemos al Hijo de Dios, de quien se dijo: «¡Ningún hombre habló jamás como habla ese hombre!» (Juan 7:46), porque en su corazón no había pecado y de su boca salían palabras conforme a las de su Padre. 

Tomado de la revista Prisma 43-1.


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