Cómo ser mejores padres

Foto por Diana Gómez

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Tengamos mucho cuidado en cómo tratamos a nuestros hijos

Redacción de Prisma

El Centro Nacional para Formar Padres Bíblicos, publica consejos para los padres que luchamos con la difícil tarea de criar a los hijos. Algunas de sus recomendaciones:

A)  Mantengamos una actitud de honrar a nuestros hijos, no importa lo que hagan, y las cosas mejorarán.

Cuando los adolescentes se portan insolentes y negativos, los padres luchamos por amarlos «a pesar de todo». Si reaccionamos con enojo, sarcasmo o burlas, los hijos pueden responder de manera exagerada.

Después de todo, ellos son inmaduros; los padres somos los maduros y no debemos darnos por vencidos ni bajarnos a su nivel. Es un grave error regresarles la ofensa con la misma moneda. ¡Tengamos paciencia, fe y esperanza! Cada persona es valiosa delante de Dios, sobre todo un hijo nuestro. Mucho cuidado en cómo los tratamos. No perdamos la calma.

¿Qué hacemos cuando el hijo nos ofende y en seguida nos pide dinero? Mucho cuidado con la respuesta. De manera calmada podemos decir: «Hijo, me gustaría darte lo que pides, pero primero quiero comentar algo acerca de la forma irrespetuosa en que me ordenaste salir de tu cuarto. Debemos solucionar este problema antes de seguir adelante con la vida normal».

B)  Nuestra propia conducta es clave porque los hijos nos observan y nos emulan.

Cuando nos portamos de manera inmadura, impaciente, enojada o egoísta, el ejemplo afecta grandemente a nuestros hijos. ¡Así reaccionarán también ellos, y el espectáculo no será nada bonito!

El carácter cristiano siempre debe ser nuestro ideal. En Gálatas 5:22 leemos que el creyente ha de demostrar nueve características muy bellas: «amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza», y el lugar perfecto para ejemplificarlas es el hogar, frente a los hijos. ¡Da mucha pena cuando un hijo se expresa de cierto modo negativo y reconocemos que nos está copiando en el tono y la opinión!

«Todo lo que el hombre sembrare, eso también segará» (Gálatas 6:7). ¿Queremos que los hijos imiten nuestro modo de ser y de vivir? Solamente si somos dignos seguidores de Jesucristo.

C)  Atesoremos los «momentos de luz» cuando los hijos demuestren haber aprendido alguna lección.

No es fácil ser madre o padre exitoso, así que si alguna vez el niño exhibe señales de haber entendido alguna enseñanza nuestra, nos regocijamos. ¡Todo el esfuerzo no ha sido en vano!

Tales momentos ocurren cuando el hijo expresa una palabra de amor o de gratitud, o cuando exhibe alguna cualidad o acción que los padres le hemos querido enseñar y que al fin le ha "caído el veinte". ¡Aleluya, hay fruto y hay esperanza! Recordemos que Dios usa muchas experiencias para madurarnos a nosotros también.«"La tribulación produce paciencia;  la paciencia, prueba;  y la prueba, esperanza» (Romanos 5:3-5).

D)  Los niños aprenden con base en las repeticiones; en vez de siempre regañarlos, es mejor enseñarles lo que deben hacer.

A veces el hijo no entiende lo que ha hecho indebido; solo sabe que su madre o padre está enfadado. Requiere de mucha paciencia, pero es necesario sentarnos con el niño y platicar con tranquilidad de lo sucedido. Quizá no entienda la primera vez, pero eventualmente la luz penetrará su mente y comprenderá el problema y lo correcto que debe haber hecho.

Cuidemos nuestro tono de voz y la expresión de nuestra cara.  Los niños son sensibles. Es útil dar ejemplos de cómo deben reaccionar, ilustraciones que el hijo pueda copiar y hasta practicar. Pero las sesiones de enseñanza o de reprensión no pueden durar demasiado tiempo, o él puede desesperarse. Los progenitores inteligentes sabemos cuándo parar y también cuándo aceptar sin enojo que el hijo diga algo quizá hiriente a nuestra persona.

E)   Muchos niños no saben manejar su mal humor; los siguientes seis consejos ayudarán de manera práctica a los padres a enseñarles a controlarse.

  • Si el hijo está enojado, mejor pospongamos la plática hasta que tome un descanso.

  • Debemos aprender a identificar cuando el niño está a punto de perder el control e intervenir para calmar la situación.

  • Expliquemos a los chicos que el enojo puede manifestarse de diferentes maneras, por ejemplo con una actitud negativa, protestas, miradas furiosas o una voz áspera.

  • Cuando el niño se haya calmado, platiquemos con él acerca de cómo hubiera manejado de mejor manera la situación.

  • Enseñemos a los hijos respuestas constructivas, por ejemplo a pedir ayuda, conversar de manera amable o irse cuando parece que viene un conflicto. Así tendrá un plan positivo de acción en lugar de concentrarse en lo que no debe hacer.

  • Cuando el niño ha ofendido a alguien con palabras o acciones, debemos obligarlo a pedir perdón y reconocer que hizo mal.

Al ayudar a nuestros hijos a poner en práctica estos consejos, estaremos cumpliendo lo que enseña Santiago 1:19-20: «Todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse; porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios».

Los futuros cónyuges de nuestros hijos agradecerán nuestros esfuerzos por corregir sus personalidades y los futuros jefes en sus trabajos también. ¡Queremos producir hijos exitosos en todo sentido!


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